Su situación, enfrente del Alcázar, se sitúa extramuros de la ciudad, en el camino que conduce al barrio de Zamarramala, donde los vecinos conservan celosamente guardada, una cruz patriarcal con lignum crucis, que la tradición atribuye al Temple. Como en otros lugares de la Península, la autoría de esta iglesia de la Vera Cruz, levanta numerosas polémicas entre defensores y detractores del Temple.
Independientemente de ello, y aún siguiendo las premisas básicas a los templos de planta poligonal basados en el modelo de la mezquita de Al-Aksá o Cúpula de la Roca, de Jerusalén, su particularidad, en el caso que nos ocupa, estriba en sus tres ábsides y la forma dodecagonal de su planta, dotada, interiormente, de un edículo central, que la hace poco menos que única y donde, al decir de algunas personas, los efectos telúricos se dejan sentir, actuando como un bálsamo para el espíritu.
Dejando aparte, también, la sensibilidad y disposición de ánimo de cada uno hacia los lugares y sus características, tenemos aquí un lugar con el que agradar los sentidos visuales, y en el que poner en práctica, a la vez, el recogimiento y la meditación, remedios, sin duda gratificantes contra la enfermedad del estrés, tan de moda en los tiempos que corren.
Su visita, pues, queda ciertamente recomendada.
Estas "poligonero" jajaja, tras la magia de la planta octugonal de "Torres del Río" me encuentro con otro polígono, la mágica "Vera Cruz" ¡Cómo me gusta! Me gusta perderme en ella, en su misterio y sertir su magia, la Vera Cruz es de mis favoritas. Un beso.
ResponderEliminarSí. Son lugares especiales, capaces de atraer la sensibilidad susurrándole al espíritu. En un blog como este, la Vera Cruz no podía falta. Habrá otras, desde luego, porque también se lo merecen. Siempre he tenido la sensación de que a este lugar le han robado la Historia, pero no las capacidad de sorprender y de agradar. Un abrazo
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