Situado entre los términos municipales de la Puebla y San Martín de Montalbán, esta imponente fortaleza medieval, conserva, entre los lienzos a medio derruir de sus murallas y almenas, ecos históricos de trascendente relevancia. Entre sus relevantes e ilustres moradores, destacan, envueltos en un halo de gloria y leyenda, los freires milites de la Orden del Temple.
De aquí partieron, entre otras, las fuerzas templarias que participaron en julio de 1212 en la decisiva batalla de las Navas de Tolosa, que puso fin al poder almorávide en la Península. En las cercanías, a apenas 3 kilómetros de distancia, la ermita visigoda de Santa María de Melque. Y a unos 5 kilómetros, aproximadamente, y situado dentro del término municipal de San Martín de Montalbán, un pequeño complejo megalítico, testigo de una zona espiritualmente trascendente desde tiempos inmemoriales.
Destaca, como una de las principales curiosidades de este castillo, la enorme cantidad de marcas de cantería, cuyos símbolos todavía no han sido descifrados, dando lugar a numerosas especulaciones y teorías de todo índole y género. Son relevantes, también, las numerosas leyendas asociadas; incluída aquélla que sitúa un túnel que llevaría del castillo a la ermita visigoda.
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