'Que llueva, que llueva,
la Virgen de la Cueva...'
Otro de los principales Santuarios Marianos del Principado, junto con los de Covadonga, Santa María de Lugás e incluso la popular Virgen del Acebo, situada a mil metros de altitud, en el puerto que lleva su nombre y a unos doce kilómetros, aproximadamente de Cangas del Narcea, no es otro que este humilde pero hermoso cobijo que, dedicado a una figura ancestral, cuyo nombre resulta más que suficiente para encender la imaginación e intuir sus ancestrales orígenes, así como sus precristianas raíces, se localiza en uno de los lugares más relevantes de Asturias: el Santuario de la Virgen de la Cueva, en Infiesto. Hemos de situar Infiesto, en esa carretera general que, partiendo de Oviedo conduce, siguiendo en paralelo antiguos caminos reales bien utilizados por los peregrinos -incluido Colloto, de cuya iglesia prerrománica dedicada a la figura de Santa Eulalia no queda nada, pues tuvo que ser remodelada después de la Guerra Civil, pero sí que conserva, no obstante, el antiguo puente medieval que atravesaban todos los peregrinos que se dirigían en dirección a la catedral de San Salvador de Oviedo-, hacia Arriondas, donde se bifurca, a la derecha en dirección a Cangas de Onís y Covadonga y a la izquierda, hacia Llanes y la costa. Infiesto, además, queda en las proximidades de otras poblaciones que, si bien aparentemente han perdido la mayor parte de su relevancia artística medieval, no dejan de tener una larga e interesante historia, como sería el caso de la vecina Soto de Dueñas, o de Llames de Parres, en cuyo término, aunque ciertamente con posteriores remodelaciones, se puede ver una auténtica y singular joya románica, en su iglesia de los siglos XI-XII, dedicada a una peculiar figura: San Martín de Escoto.
Bien señalizado, no obstante apenas se entra en la localidad, aunque situado a las afueras de ésta, aproximadamente doscientos metros más adelante del tanatorio, tenemos en este recóndito lugar, posiblemente, también, el origen de esa popular canción, cuyas primeras estrofas sirven de preludio a la presente entrada. Si bien no tiene las proporciones y la fenomenal galería subterránea que recorre los interiores del monte Auseba donde se eleva el más importante y ya mencionado Santuario de la Santina de Covadonga, tenemos aquí uno de los lugares más apacibles y emblemáticos de la fenomenología mariana astur, plácidamente asentado sobre el refugio de una formidable formación rocosa, a cuya vera, tranquilo y cantarín, discurre con parsimoniosa pulcritud el río Piloña.
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