'Un día en el recinto sagrado de Karnac me dijeron: te he llamado y has venido, no estás aquí por casualidad...'.
miércoles, 22 de febrero de 2012
lunes, 20 de febrero de 2012
Un símbolo en el Camino Leonés: la Cruz de Ferro de Foncebadón
Provincia: León
Dentro de ese décimo itinerario mencionado por Aymerich Picaud en su Codex Calistinus, siguiendo la ruta que va desde Astorga a Ponferrada y más allá de ésta, se adentra en tierras gallegas por el alto y pueblo de O Cebreiro, se encuentra el pueblo semi despoblado de Foncebadón. Dentro de su término, y a unos dos kilómetros más adelante, pasada una de las cuestas del monte Irago, un enorme poste de madera, coronado por una cruz de hierro se levanta, inconmensurable, desde una base con forma de monticulo o monxoi, formada por un número infinito de piedras depositadas allí, a lo largo de los años por los peregrinos que se dirigen hacia la tumba del Apóstol, siguiendo una tradición que se remonta a los oscuros orígenes de un camino mágico, que ya utilizaban los pueblos celtas miles de años antes.
El lugar, situado en un llano, conlleva una soledad que se ve ocasionalmente perturbada por la llegada de algún peregrino que, conociendo a buen seguro la tradición, deposita en el montículo ese objeto de gratificación pagano, que es la piedra que ha venido portando desde otro lugar, en la seguridad de que los manes de los caminos serán sus aliados y protectores durante su larga peregrinación. Cerca de la cruz, en un vallecito rodeado de pinos, una ermita moderna sacraliza un lugar que posiblemente ya lo era en un pasado remoto. La nieve caída en los últimos días, ofrece testimonio de la dureza del lugar; pero esa misma dureza, también recuerda al peregrino el sacrificio que supone acceder al mundo del espíritu, y le advierte, a solas consigo mismo, que el camino es una prueba y que no se puede alcanzar el Cielo sin haber pasado primero por el Infierno.
viernes, 17 de febrero de 2012
El Bierzo: un silencio que es oro
El Silencio es Oro. Nunca una frase se ha asociado tan bien, en mi opinión, a un lugar determinado. Ese lugar, existe: El Bierzo. No importa el punto exacto en el que te encuentres, si arriba, por ejemplo en Orellán y el mirador de Las Médulas -donde la piel desgarrada de la Madre Tierra, atrae a cientos de curiosos todos los años- o abajo, en lo más profundo de los valles, en un lugar, también por ejemplo, como Compludo, mítico y medieval. El Silencio se siente; se palpa; se saborea como una auténtica exquisitez de paz. Es un silencio cargado de recuerdos, de secretos, de sueños ancestrales, de misterio y de historia. Un Secreto del Espíritu: el lugar perfecto para una Tebaida. La Tebaida Berciana. Allí donde todavía hoy, al cabo de los siglos, imperan, con la misma fuerza de Ayer, las ordenanzas de San Fructuoso y San Genadio. Impera el Oro; impera el Silencio.
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