El Silencio es Oro. Nunca una frase se ha asociado tan bien, en mi opinión, a un lugar determinado. Ese lugar, existe: El Bierzo. No importa el punto exacto en el que te encuentres, si arriba, por ejemplo en Orellán y el mirador de Las Médulas -donde la piel desgarrada de la Madre Tierra, atrae a cientos de curiosos todos los años- o abajo, en lo más profundo de los valles, en un lugar, también por ejemplo, como Compludo, mítico y medieval. El Silencio se siente; se palpa; se saborea como una auténtica exquisitez de paz. Es un silencio cargado de recuerdos, de secretos, de sueños ancestrales, de misterio y de historia. Un Secreto del Espíritu: el lugar perfecto para una Tebaida. La Tebaida Berciana. Allí donde todavía hoy, al cabo de los siglos, imperan, con la misma fuerza de Ayer, las ordenanzas de San Fructuoso y San Genadio. Impera el Oro; impera el Silencio.
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