Situación: a 11 kilómetros del Santuario de Covadonga. Generalmente, el acceso con vehículo suele estar prohibido durante los meses de verano y en otras festividades.
Lagos de Covadonga. Simplemente su mención invita ya a la especulación obligada sobre las especiales características de este entorno sobrenatural del que forman parte. Como inmemoriales guardianes que custodian indolentemente el trono majestuoso de los magníficos Picos de Europa, en cuyas aguas se reflejan no sólo la luna sino también las estrellas, no resulta difícil aceptar cualquiera de las múltiples leyendas de todas y cada una de las diferentes culturas que históricamente posaron los pies en el lugar. Pero quizás, la más sugerente, aquélla que en el fondo conecta con varias de las principales, la romana y la astur y celta, quiso situar aquí el lugar donde los mismos dioses quisieron que el general romano Galva sufriera un episodio sobrenatural o premonitorio -perdón por la reiteración-, que habría de revelarle su futura condición de César. Resulta una lástima, no obstante, que tan extraordinario lugar del espíritu -como en el fondo han sido siempre sus dos lagos principales, el Enol y el Ercina- se vea completamente saturado por un turismo cada vez más generalizado, que demuestra, después de todo, que el antiguo magnetismo de la Madre Tierra continúa ejerciendo todo su poder de seducción sobre las criaturas que moran en ella.