domingo, 25 de septiembre de 2011

Detalles de Magia Natural: Segunda Parte

Oh capitán, mi capitán, parecen querer expresar los girasoles, irguiendo su caperuza hacia los últimos rayos de un sol, que comienza a bostezar, iniciando en solitario ese camino hacia el finis terrae en el que se sumergirá para renacer de nuevo al día siguiente. Es también, la última etapa del presente vídeo, pero por alguna razón, no tan particular como obscura, he decidido adelantarme y comentarla en primer lugar. Tal vez no sea un desacierto narrativo, si tenemos en cuenta que es así, precisamente, con ese otro bostezo que da vida a un nuevo día, como comienzan los presentes detalles de magia natural, en el mismo momento en el que, apenas levantados, los peregrinos afrontan otra etapa en su camino. Una etapa que puede comenzar, por qué no, en la campiña burgalesa, en las cercanías de Villafranca Montes de Oca, pasando por los apenas reconocibles restos de lo que antaño fuera el monasterio de San Félix y hoy apenas un muñón, un diente comido por la caries, que ya no puede ser salvado por el dentista. Allí, mañana de domingo, yo también deposité mi piedra sobre el mojón que indica la dirección del Camino, deseando que los hados me fueran favorables en el largo camino que aún me restaba para llegar a casa.

De nada hubiera servido recorrer éste, sin visitar, también, el santuario de Nª Sª de Oca, un lugar cristianizado, pero ancestralmente druídico, en el que liberar tensiones y aspirar fragancias de otro mundo, junto a la fuente milagrosa de San Indalecio, con el estanque en forma de trébol de cuatro hojas y el agua corriendo alegre en dirección a un adormecido río Oca, que se desliza sigilosamente por las inmediaciones.

Otro santuario, druidico también, y en la provincia de Burgos, es el de Santa Casilda, aquélla princesa de origen moro cuya piedad con los prisioneros cristianos llevó a la Virgen a interceder por ella y convertir en rosas los panes ante la suspicacia de su padre, el rey. Un lugar del espíritu, similar al anterior, con su bosque, sus rosas espinadas, restos del árbol sagrado, su estanque y su fuente milagrosa de San Vicente.

La magia inolvidable del arcoiris, precursor de la fantasía, cuyo arco maravilloso quizás oculte un formidable mundo de Oz, cuya visión dura lo mismo que un parpadeo. Tuve la grata fortuna de presenciarlo entre Luesia y Ejea de los Caballeros, cuando nos retirábamos después de un día repleto de vivencias, detalles y recuerdos.





No podía faltar, pontífice de sueños, aquél Puente de los Peregrinos, que aguarda entre suspiros y ecos de pisadas peregrinas, el regreso del maravilloso pájaro Txori, que murió mágicamente cuando desapareció la Mater a la que cada mañana atendía, limpiándola la cara. La magia medieval de ciudades de ensueño, como Frías y Uncastillo, que parecen felizmente detenidas en el tiempo para descanso de unos ojos hastiados de cemento y vulgaridad. Los Mallos de Agüero, gigantes que duermen un eterno sortilegio antediluviano y que un día, como memoria perdida de historias maravillosas, albergaron cuentos de brujas y seres mágicos. Los rayos del sol que se filtran a través de los vitrales de San Pedro el Viejo y juegan a pintar partituras cromáticas en las sólidas columnas del milenario cenobio.

Simplemente son....detalles de Magia Natural.

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