Situado a escasa distancia del término municipal de Coaña, muy cerca, también, de esa carreterilla que se dirige a Boal y Grandas de Salime, perdiéndose en la vecina provincia de Lugo, este impresionante castro, conocido con el nombre de El Castielu, duerme su sueño milenario, enclavado en lo más alto de una colina, como si en la intención implícita de sus creadores, y dejando aparte la cuestión estratégica, estuviera la idea de vivir lo más cerca posible de sus dioses celestiales. A pesar del gran número de construcciones sacadas a la luz -incluidas aquéllas de tipo romanizado, como saunas- el grueso principal de este poblado celta, todavía queda oculto, enterrado en esta colina en la que incluso el viento parece traer ecos de lejanas lenguas, susurros de heroicas gestas, suspiros de vida y muerte. En tal sentido, es admirable recordar como todavía se mantienen vigentes las antiguas leyendas que relacionaban estos lugares -tanto en Asturias como en Galicia- con los mouros, unos seres fabulosos y tremendamente ricos, que habitaban en prodigiosas ciudades subterráneas y en algunas ocasiones mantenían contacto con las gentes de superficie. Dejándose o no llevar por las leyendas, de lo que no cabe duda, es de que tener la oportunidad de pasear en solitario por estas ancestrales ruinas, no deja de ser, en el fondo, toda una aventura histórica y a la vez, espiritual. Y es que, cualquier detalle o lugar relacionado con el antiguo mundo celta, resulta siempre una verdadera aventura del Espíritu.