jueves, 26 de septiembre de 2013

Un viaje mágico por los Cañones del Sil


'Nave, nave mía.
El Oeste busco,
y campos
y montañas
siempre benditos...' (1)

Lugar: Orense y Lugo
Los Cañones del Sil, una octava maravilla, cuyo protagonismo es compartido por dos provincias gallegas, mediáticas, misteriosas, bellas, cuyos infinitos senderos miran también hacia el Oeste, como sabe bien todo peregrino y como buscaba Bilbo, ese entrañable personaje de la Tierra Media tolkiana: Orense y Lugo. Si contemplar, desde cualquiera de sus múltiples miradores, este generoso fenómeno natural ya constituye, de por sí, toda una experiencia sublime, tener la oportunidad de navegarlo, siquiera en un corto tramo -o quizás largo, circunstancia que a la postre, una vez embarcado, siempre se hace realmente corta- es algo verdaderamente espectacular. Una experiencia, donde los mensajes se convierten en paradigmas y éstos en frágiles poemas que, cual pompas de jabón -como esos mundos sutiles por donde navegaban también las Musas de Machado, antes de explotar e inmortalizarse en tinta- invitan a soñar. Picos escarpados, algunos con inequívoca forma de pirámide, se alternan, de tramo en tramo, con montes más dóciles en cuya espalda sansónica, se alternan hileras de sagradas cepas, cuya visión invita a degustar ese néctar noético, cuya denominación de origen, ribera sacra, indica a la perfección un lugar bendecido desde el alba de los tiempos. No en vano, desde luego, tanto en el interior como asomándose vertiginosamente a esos balcones labrados armoniosamente por los ríos Sil y Miño, estamos en una región donde proliferan, como un firmamento de estrellas anclado en tierra, el mayor número de monasterios de toda Galicia. Y aunque en este vídeo no se muestren, resultaría difícil, dejándose llevar por la imaginación y la corriente, no escuchar, arrastradas por las cantarinas aguas, el sonido, anclado en el tiempo o vagando en las riberas, de las campanas de sus torres y el Te Deum laudamus de las gargantas de unos monjes que glorificaban la Creación, desde este paraíso en que les tocó vivir.
Hacia el Oeste: buen viaje por los Cañones del Sil.

 
(1) J.R.R. Tolkien: 'La última canción de Bilbo', Editorial Planeta, S.A., 2010.

2 comentarios:

  1. Hola! He de decir que en cualquier barco me mareo, aunque tengo un remedio que te contaré en persona jaja, pero sin duda y sabiendo quien es patrona de ese barco fue un viaje mágico y visto desde la altura de sus miradores, como buena bruja, bien podría ser la octava maravilla, voy a cerrar el ojo, ah, no, que ya lo tengo cerrado, jaja, un beso.

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  2. Hola, bruja. Es verdad, que tienes un ojo a la virulé, como se decía antiguamente, je,je. Eso mismo pensaba yo, que la aventura marinera podría terminar en un mareo monumental; pero no, aguanté como un jabato, supongo que porque me resultó una experiencia nueva (el último viaje que recuerdo, fue en diciembre de 1987, en la bahía de Sidney, cuando íbamos a alta mar a recibir al buque escuela español Juan Sebastián Elcano) y la belleza del viaje, pues supongo que me hizo olvidar toda sensación angustiosa. La guía estaba más pendiente del grupo de atrás, una familia asturiana al completo, y yo iba más cerca de la proa, junto a un capitán cuyas aventuras darían la suficiente tinta como para escribir un estupendo libro de relatos marineros. Me dejaba llevar, no sólo por las curiosas formaciones que como gigantes dormidos escoltan al Sil a uno y otro lado de las riberas, sino también por el maravilloso cromatismo de sus aguas, por esa dureza que implica mantener viva esa antiquisima tradición de hacer que estas escarpadas laderas sea uno de los mayores productores de néctar de dioses, como es el vino, y que en el fondo, de tanto trabajo y esfuerzo, a ese vino promocional con que gratamente te agasajan en uno de los recodos más bonitos de la ruta, nunca se le podría decir que el precio es un abuso. En fin, un viaje pequeño pero relajante, donde no hubo ni una sola queja del trato recibido y el buen hacer de capitán y guía, respectivamente. Me alegra verte por aquí, compartiendo viaje. Un abrazo

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