Decía el escritor y filósofo francés Paul Elouard, que hay otros mundos, pero están en éste. Pequeñas Arcadias evanescentes, cual islas de San Brandán, como la promiscua idiosincrasia del jaramago, expandiendo una pincelada de cítrica tonalidad surrealista sobre la campiña navarra.
Cascadas pequeñas y grandes, que se vierten con placentero derroche en vergeles paradisíacos, convirtiéndose en el martillo y el puntero que socava y cincela la roca; la pluma que dibuja sobre la tranquila superficie de un estanque luminosos renglones de la escritura del Libro de la Vida.
Un río, el Ega, que se lleva consigo hacia los inalcanzables mares del recuerdo el eco de las botas de millones de peregrinos que se dirigen hacia San Pedro de la Rúa, siguiendo etapas de ensueño por el Camino de las Estrellas. O la luna, bailando bajo el pulso de un soñador en Eunate.
En definitiva: detalles de Magia Natural al alcance de la mano.